Morelia, Michoacán | Redacción ACG.– Con cubetas, cepillos, flores y veladoras, las familias comenzaron a llegar desde este jueves al panteón municipal para limpiar, decorar y preparar las tumbas de sus seres queridos. Entre los pasillos del camposanto ya se percibe el aroma del cempasúchil y se escuchan las voces de quienes, con esmero, devuelven el color a las lápidas cubiertas por el polvo y el paso del tiempo.
Sara Ceja llegó, como cada año desde hace casi dos décadas, para adelantar los arreglos. “Tengo 18 años viniendo. Aquí están mi mamá, mi papá, mi hermana y un cuñado que apenas va a cumplir un año de que falleció”, cuenta mientras acomoda las flores frescas sobre las tumbas familiares. Explica que el sábado volverá con su familia para colocar la ofrenda con lo que a cada uno le gustaba: “A mi papá una botella de vino, a mi mamá su coquita o sus papas. El domingo les traemos su comida, su pan y su chayote”.
Sara asegura que el 2 de noviembre es un día que esperan todo el año: “Venimos en familia, llegamos como a las 11 y nos quedamos hasta las 6, que cierran el panteón. Es nuestra manera de estar con ellos”.
Unos metros más adelante, Rolando Villagrán limpia con cuidado la tumba de su padre y su abuelo, José Villagrán y Urbano Reyes. “Venimos todos los años y cada que podemos a arreglarles. Hay que estar al pendiente, porque el panteón no está en tan buenas condiciones”, comenta. Este año, decidió adelantarse unos días para evitar las aglomeraciones y preparar el espacio antes de la llegada de más familiares. “Tengo 42 años viniendo, desde que era niño venía con mi mamá. Qué bueno que la gente todavía se acuerda de sus muertos y sigue viniendo. Aquí uno se reúne con la familia, recuerda y convive. Es como una reunión familiar con los que ya no están”.
Entre quienes también comienzan su jornada están los vendedores de flores. Salvador Ortiz lleva una década instalando su puesto en esta temporada. “Van como 10 años que vengo a vender flores en estas fechas, también en el Día del Padre y de la Madre”, explica mientras acomoda ramos de cempasúchil y terciopelo. Aunque reconoce que la venta ha estado algo lenta, confía en que el movimiento aumente conforme se acerque el 1 y 2 de noviembre. “Estos días son los más fuertes. No solo vienen los que visitan el panteón, también escuelas y personas que preparan sus altares en casa”.
A unos días del Día de Muertos, el panteón municipal comienza a transformarse. Las tumbas se llenan de color, las familias de recuerdos y las calles cercanas de aromas a flor y cera. Es el preludio de una de las tradiciones más arraigadas en Michoacán: el reencuentro simbólico con quienes se fueron, pero siguen vivos en la memoria.
 
                 
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                     
                     
                     
                     
    