Entre cantos, aplausos y lágrimas, los fieles de Pátzcuaro se congregan en la Basílica de la Inmaculada Concepción para presenciar la Asunción de María, un emotivo acto en el que la figura de la Virgen, elaborada por Tata Vasco, desciende para recorrer el templo en su peregrinación anual.

Angélica Ayala / Colaboradora La Voz de Michoacán

Pátzcuaro, Mich.- Al terminar la misa conmemorativa de la Asunción de María, los caballeros de la Virgen Inmaculada de la Salud empezaron a organizarse para bajar la bendita imagen de su camarín. Alabémosla/ ensalcémosla/glorifiquémosla eternamente amén/ ¡oh! Hermosa eres María/ sin mancha original/ no hay en ti”, se escuchaba como cántico en su basílica que estaba repleta de fieles esperando a verla de cerca. Los sacerdotes de frente al altar y mirando al camarín se cerraron las cortinas, señal de que los caballeros ingresaron para bajarla e iniciar con la procesión.

En el año, solamente dos ocasiones la Virgen de Tata Vasco sale de su camarín, una de las fechas es el 15 de agosto que se festeja “vamos a brindarle un fuerte aplauso a nuestra madre que se dispone a bajar  al encuentro con su pueblo ¡viva la Virgen de la Salud!”, los fieles respondían con aplausos y “vivas”, expresaba uno de los sacerdotes, mientras los caballeros designados enrollaban el manto, todos con guantes para no dañar la imagen o sus ropajes; sus movimientos son exactos, casi se dirigen con las miradas, hablan poco y con un gran respeto.

Son cuatro los caballeros de la Virgen que con toda cautela la quitan de su altar principal, no pierden ningún detalle, ven por donde caminan y otro hombre va vigilando que la imagen se encuentre bien que no roce con nada, que los pasos de quienes la llevan sean seguros, así inician a descender las escaleras que llevan a su aposento, abajo la gente ya la espera, los cánticos no cesan, al momento de verla empiezan a aplaudir, hay a quienes se le ruedan las lágrimas por sus mejillas al verla tan cerquita, la emoción es general, todos esperan esta fecha para poder verla y darle un pañuelito o un rosario a alguno de los caballeros para que los roce sutilmente y queden bendecidos.

Caminan despacio, llevan en sus manos a la fe y amor de miles de personas, llevan a la virgen de Tata Vasco, que mandó realizar en 1540 con la técnica ancestral de pasta de caña, bulbos de orquídeas, baba de nopal y otros aditamentos naturales que eran aplicados por los purépechas, al llegar frente al altar ya fue colocado el módulo de madera donde la acomodan  e iniciar con la peregrinación por los pasillos de su basílica, sus ropajes son de color rojo, con hilos de oro, y un fondo blanco  “vamos a disponernos para este momento que va a pasar cerca de nosotros, esperemos que sea un momento de oración de poner en sus benditas manos nuestras intenciones, de poner a Dios y ella que intercede por nosotros, por nuestros hermanos enfermos”, fue la petición del sacerdote, recordando también que no se puede tocar la imagen.

Así los caballeros van custodiando la imagen de la Virgen de la Salud, mientras realizan el recorrido por los pasillos de la iglesia, otros cargan sobre sus hombros la plataforma y caminan sincrónicamente, pasos cortos y firmes, los demás van en fila para evitar que le gente se acerque, los aplausos no cesan y los “vivas” a la madre de Dios, que este 15 de agosto se conmemora la Asunción a los cielos de quien crio y vio morir a su hijo en la cruz.

Los ojos de la virgen miran hacia abajo, como si viera a cada uno de sus ¡que viva la Reina de Pátzcuaro! ¡Que viva la Reina de la Arquidiócesis de Morelia!, todos responden ¡que viva! Y le siguen los cánticos para acompañar en su recorrido.

Al dirigirse a la puerta principal, sale unos metros afuera de la iglesia, ahí han colocado un pebetero justo cuando la imagen llega empiezan a quemar unas palomitas de papel, que durante 15 días previos a esta festividad se les entregan a las personas que acuden a la misa y comulgan, en cada una de las figuras de papel los fieles agradecen algún favor recibido o en su caso escriben alguna petición especial, es como si en el humo se llevara cada una de las peticiones y agradecimientos de quienes le tienen una devota fe a la Virgen Inmaculada de la Salud de los Enfermos, ahí permanece unos minutos hasta que el humo deja de salir.

Regresa por el mismo pasillo, para dirigirse a los pasillos de las orillas, la gente guarda el orden y al pasar se santiguan, sacan sus celulares, toman fotos o graban el momento de tenerla tan cerca, a los niños más pequeños sus mamás los cargan para que estén todavía más cerquita, “dile te quiero virgencita”, le dice una mamá a su niña que está asombrada de ver a lo mejor tanta gente, los aplausos, los vivas y seguramente la imagen que pasa a tan solo unos pasos delante de ella, no le dice nada, pero su pequeña mirada no la pierde de vista.

Al terminar su recorrido, nuevamente la instalan frente a su altar, para prepararse y colocarla nuevamente en su camarín, “mi corazón en ti confía/ virgen María sáname/ virgen María sáname”, se escucha cantar a todos los presentes, al concluir el padre Fernando Manríquez le dirige un poema que él escribió a la Virgen de la Salud. Nuevamente con toda cautela, los caballeros regresan a la Virgen a su aposento desde donde es adorada por miles de sus devotos.