Hoy, en día, estamos viviendo una real relación institucional entre los gobernantes de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, y de Morelia, en especial en lo que compete al crecimiento de la infraestructura urbana, aunque concentrada en la ciudad capital; sin embargo, hay un evidente temor que a finales del próximo empiece a resquebrajarse, casi sin percibirse.
En Morelia, en un decir, podemos indicar que hay obra pública por doquier, tanto de un gobierno como del otro, sin dejar de reconocer que la mayor parte proviene del estatal, debido, por lógica, a que cuenta con mayores recursos financieros, pero con las características no solo que es histórica, sino contiene más que bosquejos se está adentrando a la modernidad.
Ambos servidores públicos políticamente son jóvenes lo que, en buena parte, permitió avizorar una buena relación en el inicios de sus respectivas administraciones, incluso que podría ir más allá; no fue así, tuvieron desescuentros en el enfoque de varios temas, en particular en el de seguridad, provocando una ruptura que gradualmente se va dejando atrás, no fácilmente.
Ellos, tanto el mandatario estatal como el local poseen casi la misma edad, la diferencia es de aproximadamente de un año; Alfredo Ramírez Bedolla nació en febrero de 1976 y el local en enero de 1975; tienen estudios diferentes, realizados en Morelia, el primero es abogado y el segundo ingeniero industrial e ideológicamente son opuestos, uno es de izquierda y el otro conservador.
Esas posturas ideológicas, tan arraigadas en cada uno, harán que de nuevo se enfrenten en la próxima contienda política electoral del 2027, no importando ya dicha relación institucional, dado sus políticas públicas, directa o indirectamente, serán dirigidas con mayor énfasis hacia sus correspondientes institutos políticos, a Morena y al PAN; si, ya lo hace, aún no descaradamente.
Solo esperemos que no dejen obra tirada…