Esferas de vidrio soplado mexicano representan el cielo y el infierno y siete escalones conducen al cabaret «El Recuerdo», en referencia al número de pasos que deben dar las almas para poder descansar en paz

Madrid. - La alegría de los cabarets mexicanos de los años cuarenta, época dorada del país, inunda Madrid con motivo de la fiesta de muertos, que arranca este viernes con la inauguración del ya tradicional altar de difuntos en la Casa de México.

La Casa de México se prepara para el 1 de noviembre y da la bienvenida a los curiosos que se asoman a su sede en Madrid con catrinas ataviadas con plumas y vestidos de lentejuelas, acompañadas de galanes que beben tequila y cerveza mexicana.

Tradición, color y modernidad se fusionan este año en un altar cuyo diseño corrió a cargo del artista mexicano Guillermo González, que quiso traer a la capital española una propuesta "divertida".

Mediante la técnica de cartonería, que consiste en elaborar figuras a base de papel y engrudo, González dio vida a las catrinas "cabareteras", según explicó en la presentación de la instalación, que tiene como eje central el lugar de encuentro de la sociedad mexicana del siglo pasado, donde políticos, actrices y empresarios se reunían.

"No les quise poner nombre para que cada uno lo interpretara a su imaginación, pero a lo mejor una podría ser Sarita Montiel", dijo en referencia a la diva española.

Coloridas esferas de vidrio soplado mexicano representan el cielo y el infierno y siete escalones conducen al cabaret "El Recuerdo", en referencia al número de pasos que deben dar las almas para poder descansar en paz, según la tradición mexicana.

"Es una oda a la alegría, al desmadre", dice el artista sobre su altar, el octavo que Casa México coloca en Madrid para celebrar el Día de Muertos desde el otro lado del Atlántico, y añade: "Aquí vivimos y luego seguimos viviendo divirtiéndonos allá arriba".

Un muro de calaveras, papel picado y velas

Aunque la temática elegida para este año se aleje de las representaciones más tradicionales de la festividad de difuntos, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003, los elementos característicos de esta celebración no faltan en la instalación de Casa México.

Flores cempasuchiles de papel inundan el espacio para mostrar a los muertos el final del camino donde les esperan sus seres queridos y calacas (esqueletos) coloridos cuelgan del techo como símbolo de celebración de los difuntos.

Y aunque el plato fuerte sea el altar principal, Casa México ha preparado un recorrido que incluye también un tzompantil -un muro de calaveras- y varios altares de menor tamaño que incorporan elementos y técnicas artesanas de diferentes estados mexicanos, todo ello diseñado también por Guillermo González.

A pesar de que antiguamente estas estructuras incluían cráneos humanos, el tzompantil expuesto ahora en la capital española está formado por decenas de calaveras de barro negro de Oaxaca, mientras que la cestería de Michoacán queda representada en calacas confeccionadas con fibras vegetales.

Papel picado, velas y sal no podían faltar tampoco en una instalación que se podrá ver hasta el 9 de noviembre y que, como novedad, ofrecerá a los visitantes los artículos necesarios para hacer sus propios altares de muertos en sus casas.