La desconfianza en las autoridades limita las denuncias de corrupción en Michoacán, con solo un 4.8% de casos reportados según ENCIG 2023
Morelia, Michoacán.- En Michoacán, la gran mayoría de las víctimas de corrupción no denuncian, ya que, según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2023, del , apenas el 4.8 por ciento de quienes sufrieron un acto de corrupción, reportaron el hecho ante alguna autoridad competente.
De acuerdo con la encuesta, a nivel nacional este porcentaje ha oscilado de manera mínima desde 2015, cuando alcanzó su punto más alto, con un 6.6 por ciento, de manera que la tendencia ha sido descendente y revela un patrón persistente de desconfianza en las instituciones encargadas de investigar o sancionar la corrupción.
El INEGI detalla que los principales motivos por los que la gente no denuncia son: considerar que es inútil y no se le dará seguimiento, con 29.5 por ciento; pensar que es una pérdida de tiempo, con un 18.5 por ciento; creer que la corrupción es una práctica muy común, con un 12.6 por ciento, o haber obtenido un beneficio personal del acto corrupto, con un 11.6 por ciento. Estos cuatro motivos concentran más del 72 por ciento de las justificaciones para no denunciar.
En Michoacán, el 12.6 por ciento de la población adulta ha sido víctima de corrupción en algún trámite o contacto con autoridades, lo que refleja un problema estructural: la impunidad no solo persiste, sino que desincentiva activamente la denuncia ciudadana.
Además, factores como el miedo a represalias, la falta de conocimiento sobre dónde denunciar, o incluso el hecho de no considerar grave el acto de corrupción, terminan por dejar sin registro formal la mayoría de los casos.
A pesar de que el país cuenta con instancias como la Secretaría de la Función Pública, contralorías internas y buzones de denuncia, estos canales no han logrado posicionarse como herramientas accesibles y confiables para la ciudadanía, especialmente en contextos locales donde los actos corruptos están arraigados en la cultura institucional.
El bajo índice de denuncia no solo refleja el descrédito hacia las autoridades, sino también un empobrecimiento del vínculo entre sociedad y Estado.
La falta de un cambio profundo en la atención a las denuncias, en la garantía de protección a denunciantes y en la sanción efectiva a responsables, provocan que la corrupción siga siendo parte de la rutina institucional.
