¿Y si tu madre no fue buena? ¿Y si no fue lo que esperabas? ¿Y si sobrevivirla fue lo mejor que te pudo pasar?

Yazmin Espinoza, colaboradora La Voz de Michoacán

“Si mi peso no es suficiente para que mamá se despierte, entonces nada lo será. Y si nada puede despertarla, entonces eso significa que realmente va a morir. Y si ella realmente va a morir, ¿qué se supone que debo hacer conmigo misma? Mi propósito de vida siempre ha sido hacer feliz a mamá, ser quien ella quiere que yo sea. Entonces, sin mamá, ¿quién se supone que debo ser ahora?”

Jennette McCurdy, “Me alegro de que mi madre haya muerto”

Hay libros que uno comienza por curiosidad, otros por recomendación, y unos cuantos más porque el título te provoca, te incomoda, te sacude. Me alegro de que mi madre haya muerto pertenece a esa última categoría. La primera vez que lo vi en una librería, en letras grandes y rosa pastel, acompañado de la imagen de una urna del mismo color sostenida por una mujer joven con una expresión entre forzada y liberada, sentí una punzada de morbo. ¿Cómo alguien puede escribir eso? ¿Cómo se puede siquiera pensar en esa frase y luego repetirla una y otra vez ante cámaras, micrófonos, lectores? ¿Cómo puede una hija sostener con tanto aplomo la afirmación de que se alegra de la muerte de su madre? Y sin embargo, tras leer las primeras páginas, comprendí que la verdadera pregunta no era cómo lo decía, sino por qué. Y más allá aún: cuánto dolor, cuánto abuso, cuánta confusión y soledad se requieren para llegar a ese punto.

La autora, Jennette McCurdy, es una figura reconocida para quienes crecieron con Nickelodeon, y ahora también para quienes la han descubierto desde su faceta de escritora. Protagonista de iCarly y Sam & Cat, su nombre estaba asociado al humor juvenil y la ligereza de las sitcoms. Yo la conocía vagamente como la actriz de esa serie que mi hija mayor empezó a ver hace poco. Me pareció divertido reencontrarme con esos programas a través de sus ojos, compartir ese tipo de humor con ella, recordar la adolescencia desde la distancia. Pero cuando empecé a leer el libro de McCurdy, esa familiaridad se transformó en incomodidad. Me sentí casi culpable de haberme reído.

Porque mientras yo, como espectadora, disfrutaba de sus chistes en pantalla, Jennette McCurdy vivía un infierno. Literalmente. El libro, con una estructura directa, capítulos breves, una voz afilada, irónica y profundamente honesta, nos sumerge sin rodeos en su historia personal. Una historia que no es una novela, que no es ficción, que no permite el consuelo de pensar esto no es real. Lo es. Y duele.

"Estaba esta parte de mi vida tan cursi, tan brillante y perfecta, tan falsa", le dijo al diario estadounidense The Washington Post. "Y luego estaba la parte dolorosa, real, cruda, esa parte que pasaba completamente desapercibida".

Su madre, Debra, soñaba con ser actriz. Pero cuando ese sueño se frustró, decidió que su hija lo cumpliría por ella. Desde los seis años, Jennette fue sometida a una rutina impensable: audiciones constantes, dietas forzadas, control total sobre su cuerpo y su vida. Su madre la bañaba hasta los dieciséis años. Le imponía límites estrictos de peso. Le leía sus diarios. Administraba su dinero. Le decía que su único valor estaba en su apariencia, en su docilidad, en hacerla feliz. Era amor disfrazado de sometimiento. Cuidado travestido de violencia emocional.

Hay escenas que aún no logro sacudirme. La de su madre revisándole el cuerpo desnudo, diciéndole que tenía que aprender a depilarse, preguntándole si quería que la gente pensara que era lesbiana. La escena en la que, siendo adolescente, comparte la ducha con su hermano porque así lo decide su madre. La manera en que le impone desórdenes alimenticios como si fueran parte de un plan de éxito.

No es fácil leer este libro siendo madre. Me encontraba con frecuencia cerrando el ejemplar, mirando a mis hijas y repitiéndome: nunca así. Nunca quiero que mi amor se transforme en prisión. Nunca quiero hacerlas vivir para compensar mis propios vacíos. Nunca quiero que me teman mientras intentan amarme.

Jennette escribe con un humor negro que a ratos te hace reír de pura incredulidad. Pero es un humor que nunca se desentiende del dolor. Por el contrario, lo revela. La risa es el bisturí con el que disecciona su trauma. Es valiente. Es devastadora. A veces te hace reír justo antes de darte un puñetazo emocional. Otras veces simplemente te deja en silencio. Porque el abuso no siempre se presenta con gritos ni golpes. A veces viene envuelto en cumplidos, en sacrificios fingidos, en frases como “yo solo quiero lo mejor para ti”.

Cabe destacar que en los años en los que rodó las dos series como Sam Puckett, al abuso que sufría por parte de su madre se le sumaría, según cuenta, otro: el de un hombre al que prefiere no nombrar y se refiere simplemente como The Creator ("el creador"). "Decidí llamarle El Creador porque me parece entretenido y porque se ajusta al personaje", le explicó a Vanity Fair.

Tras todo esto, en 2017 dejó la actuación y decidió centrarse en su carrera como guionista y directora. Hoy, con la publicación de sus memorias, dice sentirse en paz.

Así se lo dijo en una entrevista al medio The Hollywood Reporter, cuando le preguntaron qué le diría a su yo más joven o qué le hubiera gustado escuchar en aquellos tiempos a los que hacen referencia sus memorias:

"Me hubiera dicho: 'Vas a estar bien, niña. Vas a poder cumplir tu sueño de escribir y dirigir. Sigue trabajando duro y lo conseguirás'. Mi vida se siente ahora más alineada que nunca".

Justo lo que más me impresionó de este libro no fue la crudeza del relato, sino su claridad. Jennette no escribe desde el resentimiento. Escribe desde la necesidad de comprender. De poner nombre a lo vivido. De volver a contarse su historia, esta vez con su propia voz. Porque, como dice en una entrevista, por fin está haciendo lo que quiere. Ya no actúa para agradar. Ahora escribe para liberarse.

Cuando cerré el libro, sentí orgullo. Orgullo por una mujer que, a pesar de todo, sobrevivió. Que dejó de actuar, literalmente y en sentido profundo. Que renunció a las expectativas para abrazar la incertidumbre de ser quien es, y no quien le dijeron que debía ser. Y al mismo tiempo, sentí una punzada que todavía me acompaña. ¿Cuántas hijas más están viviendo ahora bajo el peso de madres que lo llaman amor, pero es otra cosa?

Es un libro que recomendaría a cualquiera, pero especialmente a quienes son madres, o hijas, o ambas cosas a la vez. Porque nos enfrenta a la pregunta incómoda, la que no suele tener espacio en las historias rosas de maternidad: ¿Y si tu madre no fue buena? ¿Y si no fue lo que esperabas? ¿Y si sobrevivirla fue lo mejor que te pudo pasar?

La verdad es que, a pesar del infierno, esta jovencita se hizo de muchos fans a lo largo de su carrera, la prueba más concreta del fenómeno se reflejó en los números: el libro permaneció durante más de 80 semanas en la lista de best sellers del New York Times. Un éxito arrollador que ahora tendrá su adaptación a la televisión con la apuesta de Apple TV+ por contar la historia de Jennette McCurdy en forma de serie. Un proyecto para el que, además, han decidido contar con una estrella de Hollywood en el papel de la madre de la actriz: Jennifer Aniston.

Yazmin Espinoza. Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias.

Instagram: @historiasparamama