Pluma Jurídica
Nos encontramos a poco menos de una semana de celebrar la Nochebuena el 24 de diciembre, casi termina el año y en esta ocasión no escribiremos de lo catastrófico que nos fue en el año en materia jurídica y de seguridad pública en todo el país, y en particular en nuestro Estado de Michoacán, que son los dos grandes ejes en que escribo en esta columna.
Hoy quiero que Pluma Jurídica llegue al corazón de los lectores, y que nos detengamos a reflexionar de manera individual cómo nos estamos preparando para recibir esta Nochebuena, y quizá muchos estén preparando los regalos, la casa llena de luces y arreglos navideños, la ropa que usarán ese día, la cena, las fiestas, preposadas y posadas, mal llamadas “posadas” a aquellas fiestas en las que no se incluye la esencia de las mismas como lo es: la procesión representando a María y José, pidiendo alojamiento con cantos y velas, hasta ser aceptados en la última casa para una fiesta con comida, tamales, buñuelos, ponche, aguinaldos, romper la piñata (estrella de siete picos que representa los siete pecados capitales), villancicos, rezos y la celebración de la fe, culminando cerca de la Nochebuena con la “Misa de Gallo”, simbolizando la humildad y la alegría del nacimiento de Jesús.
Ahora, cuál es la diferencia con una “fiesta pagana”, una festividad de este tipo es una celebración ancestral ligada a religiones politeístas per-cristianas, honrando a dioses naturales y ciclos de la Tierra, como solsticios y equinoccios (Samhain, Saturnalia) que no tienen base bíblica y se centran en la naturaleza, la cosecha, espíritus, con prácticas de banquetes, rituales y unión con lo divino, de donde derivan muchas tradiciones modernas como Halloween o Carnaval. Samhain (Celta) es un ejemplo de fiesta pagana celebrada el 31 de octubre, marca el fin del verano y la cosecha, donde se creía que los espíritus visitaban el mundo y es el origen del Halloween.
Por su parte, Saturnalia que es otro ejemplo de fiesta pagana, es un festival en honor a Saturno, con intercambio de regalos, banquetes y alegría, de donde provienen costumbres navideñas. Por tanto, la diferencia con el cristianismo es que no son bíblicas, ya que el término “pagano” proviene del latín paganus, “aldeano, campesino” asociado a tierras no civilizadas, el cual era usado por los cristianos para referirse a quienes adoraban a los dioses antiguos, distintos al único Dios Vivo y Verdadero que es Dios Trino y Uno (Padre, Hijo y Espíritu Santo), y que precisamente se manifiesta el hijo esperado en la persona de Jesucristo en la Nochebuena cuando se espera su nacimiento.
El paganismo contemporáneo ha sido definido como un conjunto de tradiciones religiosas, espirituales y mágicas modernas que están conscientemente inspiradas en los sistemas de creencias prejudaicos, pre cristianos y preislámicos de Europa, el norte de África y el Cercano Oriente, todo esto en cuanto al antecedente del tema que quiero abordar. Pasemos al concepto de Derecho Canónico que es el conjunto de leyes que rigen la vida de la Iglesia, incluyendo la organización de los tiempos sagrados como la Navidad, buscando el bien común y la santificación, de acuerdo con el Código de Derecho Canónico y el cual regula la Nochebuena y la Navidad principalmente a través del calendario litúrgico, estableciendo la Nochebuena como la víspera del día de precepto de la Natividad del Señor que es el 25 de diciembre.
El Código de Derecho Canónico, que contiene las normas y obligaciones de la Iglesia Católica (significa Universal), establece los “tiempos sagrados” y los “días de fiesta”, el tiempo litúrgico de Navidad comienza formalmente con las vísperas de la tarde del 24 de diciembre. Más allá de las normas específicas el Derecho Canónico busca guiar a los fieles a considerar el bien común de la Iglesia y los deberes hacia los demás como dijo Jesucristo que su ley y mandamientos se resumían en uno solo: “AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODA TU MENTE Y CON TODAS TUS FUERZAS contenido en Deuteronomio 6,5 y repetido por Jesús en Mateo 22,37 y Marcos 12,30.
La Nochebuena y la Navidad son un tiempo para la reflexión, la humildad, la acogida del mensaje cristiano, recordando el Misterio de la Encarnación que comienza el 25 de marzo y que al paso de 9 meses de espera en el vientre de María, Nuestro Señor Jesucristo nace el 25 de diciembre, nueve largos y cortos meses que tenemos para prepararnos en esa espera a ser mejores personas, ciudadanos, hijos, padres, esposos, amigos, compañeros de trabajo, y que culmina en los 4 domingos de adviento (preparación) para recibir con el corazón limpio el nacimiento de Jesús, porque el mejor pesebre es el corazón, la mejor preparación es a vaciarnos y a limpiarnos de la envidia, el orgullo, la vanagloria, el poder, la ambición, la soberbia, la falta de empatía y otros males que nos ensucian el corazón y no permiten vivir la verdadera Nochebuena y Navidad, sino que seguimos siendo los mismos, con celebraciones paganas que nada tienen que ver con el origen y sentido correcto de estas celebraciones divinas, sino que las convertimos en fiestas paganas sin ningún sentido espiritual y de cambio hacia nosotros mismos y el exterior, sino que la mercadotecnia y las compras compulsivas se convierten en el Dios dinero y regalo, menos en lo que verdaderamente significa, mientras más nos alejamos de Dios, más perdidos estamos en lo individual y como sociedad, fuera de Dios, está el desorden y el desamor.
Y ¿qué es el amor?, es Dios, creamos o no, nos burlemos o no, un día nos encontraremos con él y estará ahí para perdonarnos y abrazarnos, previo arrepentimiento sincero de haberlo expulsado de nuestro corazón y de nuestras vida. Hoy es un buen día, para abrir y preparar el corazón a la próxima Nochebuena.
La autora cuenta con estudios de Escuela de Pastoral 6º grado y Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús.