*La ex integrante del pleno del Instituto Electoral de Michoacán (IEM) Análisis de Araceli Gutiérrez Cortés habla sobre un tema que puso en boga la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: la reforma electoral.
La marcada polarización que sufre nuestro país nos ha llevado a pensar que todo en la reforma electoral de la que ha hablado Sheinbaum está muy bien, si se es parte del régimen; o, está muy mal si se es oposición.
Esto es comprensible dado el contexto de las últimas reformas. Pero no debemos perder de vista que, aunque los partidos políticos son una extraordinaria vía para acceder al poder y democratizar al país, han dejado mucho que desear.
Consulta Mitovsky ha venido haciendo una encuesta para medir el nivel de confianza que tiene la ciudadanía en las instituciones y refiere concretamente a 17 instituciones. Si vemos los rankings de confianza de los últimos años: los partidos políticos han ocupado el lugar más bajo desde 2014, hasta antes de ese año ocupaban el penúltimo lugar por lo menos desde el 2007, y se colocaban al final “Los diputados”. Pero en el 2014 los partidos políticos pasaron al final de la gráfica y ahí se han mantenido.
Este año, Latinobarómetro público su informe anual donde entre otras cosas evalúa el nivel de confianza que tienen los países latinoamericanos en diversas instituciones, en este caso, hizo un sondeo desde 1995 hasta 2024, curiosamente año con año y en el promedio general, partidos políticos destacan hasta al final de la lista, como la institución en la que menos confía la ciudadanía y esto incluye por su puesto a México.
Si bien, debemos procurar la defensa y competitividad de los partidos políticos en aras de fortalecer el sistema democrático, también debemos llevar al debate las grandes fallas que han tenido. Porque no se trata sólo de colocarlos como víctimas frente a la voracidad del régimen que gobierna, sino de discutir todo lo que han dejado de hacer y lo que han hecho mal -y me refiero a todos los partidos políticos, incluyendo al mayoritario-.
No se han comprometido con la transparencia y la rendición de cuentas, con informes públicos sobre los logros alcanzados con el presupuesto que tienen asignado, han hecho toda clase de simulaciones para evadir la paridad y la postulación de candidaturas de grupos subrepresentados, han permitido la consolidación de pequeñas élites que limitan el paso a nuevos perfiles políticos, la venta de candidaturas y la limitación de sus recursos para las campañas. Tampoco se han comprometido con la prevención y erradicación de la violencia política y la discriminación, ni siquiera al interior de sus propios institutos.
Hay tantas cosas que han dejado de hacer por su país que valdría la pena que aprovechen estos foros sobre la reforma para contarle a la ciudadanía cuáles han sido sus logros y que aprovechen para justificar el destino de los recursos que reciben y los efectos que estos han tenido en favor de la gente.
No estoy a favor de que dejen de recibir financiamiento público, pero sí estoy a favor de que rindan cuentas, de que sean más transparentes, democráticos, congruentes con su discurso público e incluyentes.