Paracho, Michoacán

En Paracho, Michoacán, tierra de guitarras y de manos que esculpen la música, vive y trabaja Abel, laudero de vocación y maestro por herencia. “Literalmente nací en un taller de guitarras”, afirma. Su infancia estuvo acompañada por el aroma de la madera recién cortada, el sonido de las herramientas afiladas y la dedicación de sus padres.

Para lograr la excelencia, hace falta inversión. Las maderas que emplea deben secarse durante ocho años para garantizar su estabilidad ante los cambios de clima, lo cual representa un reto financiero para cualquier taller artesanal. Por eso, Abel recurrió al programa crediticio Financiarte, impulsado por el Sistema Integral de Financiamiento para el Desarrollo de Michoacán (Sí Financia), en colaboración con la Casa de las Artesanías y el Instituto Nacional de la Economía Social (Inaes). Este crédito le ha permitido adquirir maderas importadas de alta calidad y fortalecer su taller.

“Es la primera vez que recibo un apoyo así y me parece que es fundamental para quienes vivimos de la artesanía”, comenta. El crédito le permitirá seguir construyendo guitarras que cuentan historias y llevan consigo el eco de una tradición viva y en evolución.

Desde los nueve años, Abel ya fabricaba sus primeras guitarras de juguete, conocidas como bajitos. Sin darse cuenta, aprendía a lijar, ensamblar y, sobre todo, a respetar una tradición centenaria que le daría sentido a su vida. A lo largo de las décadas, ha creado más de mil guitarras, aunque dejó de contar cuando su labor se transformó en arte: en 1986 decidió enfocarse exclusivamente en la guitarra de concierto.

“El mayor reto es entrar al mercado de la guitarra clásica”, reconoce. No basta con saber trabajar la madera; hay que comprender el lenguaje del guitarrista profesional, dominar la física del sonido, conocer las propiedades de las maderas exóticas y tener un oído educado. Abel toca guitarra, estudia música y se emociona al escuchar sus creaciones en salas de concierto de América Latina, Europa, Asia y Japón.

Abel lanza una invitación: “Que se acerquen a Financiarte. Es una gran oportunidad para invertir en herramientas, en equipo o en materiales. Y también, que vengan a Paracho, a conocer nuestros talleres y vean que la guitarrería sigue viva, con una raíz artesanal y una mirada artística hacia el futuro”.


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